viernes, 28 de noviembre de 2014

Mesa decorada para Acción de Gracias





Cecile es una francesa afincada en Madrid desde hace bastantes años.

Ayer, día de Acción de Gracias, recibía en su casa a unos amigos
norteamericanos a quienes quiso agasajar con una Thanksgiving dinner
solicitó a Estoy contigo en... la decoración de la mesa así como
los dos platos estrella: el pavo y el postre.




Al tratarse de una cena informal decidimos dejar de lado el protocolo y

optamos una decoración más intuitiva y original, sustituyendo el mantel

por servicios individuales para los que utilizamos antiguas servilletas de

damasco blanco con iniciales bordadas en oro mate.


Al ser cinco los comensales y tratarse de una mesa redonda, las
servilletas formaron un centro pentagonal que dejaba a la vista el
magnífico sobre de la mesa, realizado con viejos troncos de
madera ensamblados.




Sobre bajoplatos de madera blanqueada una vajilla con una sutil
decoración en dorado mate, acabado que también elegimos para
la cubertería de diseño moderno y funcional.




Un centro de mesa en color turquesa con ramas de algodonero
aportaba el contrapunto de color en esta mesa de tonos blancos
y dorados.




El pan, orgánico y en dos variedades, lo encargamos a [h]arina al igual que el postre.

Finalmente Cecile decidió que el plato principal no fuera un pavo,
sino un hermoso pollo ecológico de corral que encargamos a
Cobb Moss, especializados en aves asadas y donde podemos
encargar pulardas y pavos rellenos para Acción de Gracias y
Navidad.

Se optó por acompañarlo de una guarnición de manzanas asadas.








Para el postre Cecile se dejó aconsejar y la elección recayó en una
preciosa y apetecible tarta Pavlova de frambuesa que como os he
comentado procedía de [h]arina.

Realizada con capas de merengue y nata, es una tarta de gran
efecto visual, con un aspecto muy navideño y está exquisita.

Os aseguro que es la única tarta por la que traicionaría a una de chocolate.





En la fotografía que antecede podéis ver al detalle los viejos
troncos que componen el sobre de la mesa.





La tarta Pavlova es tan ligera y delicada que no se vende por porciones.
Auténticamente irresistible, es de las que te invitan a pecar y probarla
antes de servirla.





Dejamos a Cecile con todo preparado y nos consta que la velada fue un éxito.

¡Gracias por confiar en Estoy contigo en...!



miércoles, 26 de noviembre de 2014

Destino Flandes





El jueves pasado la agencia de Turismo de Bélgica: Flandes y Bruselas
nos invitaba a una cena en el Atelier belge para darnos a conocer lo
mejor que este país ofrece a viajeros y visitantes.

Un grupo de bloggers, de la mano de Blog on Brands, fuimos
recibidos por Ángeles Alonso-Misol que nos contaba entusiasta
la oferta cultural, gastronómica y turística de Flandes.




Es de todos sabidos que la región belga de Flandes es sinónimo de
ciudades con encanto especial.

Brujas, Gante, Amberes, Lovaina, Malinas y la propia capital del país,
Bruselas, nos evocan con su arquitectura un entorno de cuento que se
ve potenciado en época navideña por mercadillos, pistas de patinaje,
decoraciones, iluminación...

¿Os imagináis unas preciosas Navidades flamencas?




La oferta cultural es inmensa, comenzando por el patrimonio artístico
de este país, patria de Rubens y otros grandes maestros de la Escuela
Flamenca de pintura.

Pero Flandes no ha querido estancarse en el pasado y potencia
actividades culturales como la música actual con sus reconocidos
festivales, el diseño y la moda. De hecho existen itinerarios de
shopping que constituyen una de las actividades más requeridas
en grandes ciudades como Bruselas.

Es un país de tradición ecofriendly, donde la bicicleta es el medio
de transporte más usado y son muchos los tours y rutas turísticas
basados en el tandem cama+bicicleta.




Y, por supuesto, la gastronomía donde el chocolate y la cerveza son
los reyes indiscutibles pero no las únicas delicatessen belgas como
pudimos comprobar en la cena degustación a la que asistimos.




Probamos diversos y originales aperitivos como unos grisines con humus
casero y patatas chips al pimentón sobre cama de sésamo negro,
acompañados por unas botellitas de limón con Cointreau y azúcar,
ideales para ir abriendo apetito.

Distintos tipos de panecillos para probar una exquisita mantequilla
especiada.




Como entrantes empezamos con una deliciosa crema de mejillón
con tomate y espuma de pimienta.




Seguimos con una tortilla de patata belga bien distinta a la nuestra
puesto que está realizada con patata en puré y el huevo entero,
sin batir, dentro.




Por supuesto, no faltaron los clásicos mejillones al vapor servidos con chips.




Como platos principales comenzamos degustando raya a la mantequilla. 




Y seguimos con una pintada rellena de pasas, nueces y orejones,
acompañada de ñoquis, endivia y col de Bruselas.




Todo este festín estuvo maridado con exquisitas cervezas belgas,
empezando por los 9º de la Tripel Karmeliet, siguiendo por
los 10º de una Chimay Gran Reserva y finalizando por los
11º de una potente Kasteel, oscura y dulce, ideal para
acompañar el postre.





Por supuesto chocolate belga en el pastel del postre.
Ni que decir tiene que el remate perfecto para una chocolateadicta como yo.




Aún quedaban pequeños bocaditos dulces (macarons, trufas, crema
de vainilla y fruta confitada) para acompañar el café.




Y para seguir disfrutando en casa de la experiencia belga,
nos agasajaron con una caja de exquisitos bombones .




Desde luego fue una noche de lo más agradable que ha aumentado mis
ganas de visitar esta evocadora región y ya estoy planeando mi
próximo viaje que será #destinoflandes.

Si también es vuestro caso, os aconsejo que sigáis las novedades de
turismo de Flandes en su web y en su página de facebook
donde podemos también encontrar ofertas, sorteos y
noticias de última hora.









lunes, 24 de noviembre de 2014

Hoy compartimos... mascotas






Un nuevo encuentro blogger del grupo Hoy compartimos... que este
mes dedicamos a las mascotas, esos pequeños, o no tan pequeños,
seres que acogemos en nuestro hogar y que se convierten en parte
integrante del mismo, a los que ofrecemos amor y cuidados,
recibiendo de ellos cariño, diversión, compañía...

Quienes tienen mascotas coinciden en la sensación de recibir más
de lo que se entrega y en considerarlas como un miembro más de
la familia.

En casa de mis padres siempre hemos tenido mascotas que han
formado parte de nuestra infancia, sobre todo gatos y perros,
pero también hemos tenido conejos, pollitos, erizos e incluso un
pequeño jabalí que había quedado huérfano tras una montería.

Estos últimos no los teníamos en casa sino en el campo, porque
siempre hemos considerado una crueldad tener encerrados
animales no domésticos.

Hay pocas sensaciones tan reconfortantes como cuidar animales
salvajes heridos y dejarlos en libertad una vez se han curado.

Recuerdo una lechuza que cayó de la torre de la iglesia al balcón
de mi casa. Tenía un ala rota y no podía volar. Mi madre la estuvo
cuidando, alimentándola, hasta que un día echó el vuelo.

O ese pajarito que cayó del árbol porque aún no sabía volar y
que pusimos a buen recaudo en una rama para que su mamá
viniera a recogerlo ¿Os acordáis? (aquí)




La semana pasada me ocurrió algo muy tierno.

Al salir de la biblioteca me llamaron la atención los gritos de algunas
alumnas subidas asustadas a un banco. Me acerqué y pregunté.
Me dijeron que bajo el banco había un ratón y, en efecto, vi un
pequeño ratoncito de campo. 

Debo decir que estoy acostumbrada a verlos porque me crié
en un pueblo.

Ciertamente pueden ser dañinos y son unas de las peores plagas
para la conservación de una biblioteca, pero me parecen lindísimos.

Además, el protagonista de esta historia era un bebé ratoncito.
No llegaba a medir centímetro y medio, sin contar el rabito, pero
no fue su tamaño lo que me demostró que era una cría. Era su
total desconocimiento del peligro que suponía para
él la proximidad humana.

Un ratoncito adulto huye raudo ante la proximidad del hombre,
es difícil verlo, más bien es el movimiento lo que te hace intuirlo.

Nuestro ratoncito era confiado. Puse la mano cerca de él y la
mantuve mientras se iba acercando.

Se subió a mi palma pero se escapó entre mis dedos cuando la cerré.
Aun así no huyó, se mantuvo cerca olisqueando.

Le pedí a las chicas, que me miraban ojipláticas (pobres urbanitas),
un vaso desechable limpio que tenían. Tras acercarlo al ratón y
mientras le hablaba, conseguí que entrara.

¡No ocupaba ni la mitad del fondo del vaso!




Aquí le veis en una fotografía que tomé con el móvil mientras le
llevaba a un pinar próximo con la intención de dejarlo en libertad
entre la hojarasca para que se camuflara y consiguiese pasar la
noche calentito.

Reconozco que por un momento pensé en llevármelo a casa, en
comprar una jaula de hamsters con rueda, unas pipas...
Imaginé la alegría de Javier al verle tan pequeño y
tan lindo...

¡En absoluto!
Fue sólo un fugaz e inapropiado pensamiento.
Un ratoncito de campo debe vivir en su hábitat natural,
el campo, en total libertad.

Distinto sería si se tratase de un animal doméstico.
Para ellos el amor y cuidado de sus dueños es fundamental.
Y para nosotros, los humanos, una responsabilidad que no
debemos eludir si decidimos integrarlos en nuestra familia.

Acoger una mascota debería ser un acto meditado y
una vez decidido, sin retorno salvo imponderables
realmente justificados.

Y, desde luego, nada de abandonos porque como
bien sabemos "ellos no lo harían".